Aburrimiento.

Quedaban veinte minutos para acabar mi turno, me había pasado toda la mñana mirando a las musarañas, lo cual era muy raro, pero se agradecía. Los rayos de sol que entraban por la ventana empezaban a calentar la oficina, vacía, aún no sabía porqué... seguramente estarían desayunando. Diez minutos... y el turno de noche se acabaría, y podría salir. Seguramente acabaría perdiéndome en algún parque, y acabar mirando el humo de un cigarrillo, mientras escucho musica, o no sé, puede que pasase por casa a por la cámara, e hiciese alguna foto.

Hoy, más que ningún otro día, anhelaba no hacer nada agobiante, tomármelo de relax.

-Jill-dijo una voz a mis espaldas- es tu hora, puedes irte.

Miré hacia atrás, era el jefe, menos serio de lo normal, parecía que todo iba a ir bien por hoy, asíque me cambié de ropa, y salí a disfrutar del sol.

Por fin, había acabado mi laargo y sosegado turno, cuando, mientras salía, me choqué con una chica rubia, que, algo ensimismada, iba a entrar en la comisaría.

-Lo siento, -dije un poco avergonzado- ¿ocurre algo?

Vi que tenía un aire preocupado, aunque quien no lo tiene hoy en día, con tantos atracos y asesinatos.

-Si quieres pasa, y me cuentas qué ha ocurrido- dije sonriendo.

No sabía exactamente por qué, pero comenzaba a ruborizarse.

-No te preocupes, que es normal, es lo menos que te puede pasar-dije sonriendo- seguramente es un caco de pacotilla, y seguirá por aquí cerca, husmeando en la bolsa, o paseando con ella como si fuese suya. Llévame donde te la quitaron, que te la traeré de vuelta- dije mientras abría la puerta, con una cálida sonrisa. Por cierto, me llamo Jill, ¿y tú?

Sabía que no era procedente preguntar esas cosas siendo policía, pero había acabado mi turno, y eso ya no importaba.

-Últimamente, aunque no lo parezca, hacen cosas estupidas-dije mientras nos acercábamos a un callejón cercano, donde solían ir los ladrones de mala calaña a ver qué habían robado

-¿Ves?, me apuesto un brazo a que esa es tu bolsa. Encima se mete a un callejón sin salida... Si esque son idiotas...-dije un tanto indignado- Bueno, ¿qué prefieres? entrada a lo Clint Eastwood o normalita? -dije sonriendo

-Eh, chavalote-dije con voz grave mientras sonreía- Le has robado a esta dama, y pagarás por ello.

El ladrón que no sabía por qué le llegaba alguien de esas formas, se empezó a poner nervioso. Hasta ahí, todo iba bien, pero los nervios le traicionaron, y le hicieron sacar una navaja. La cosa se ponía fea, y no era momento para seguir con las bromas.

-Tranquilo, tranquilo, sólo quiero que le devuelvas el bolso, nada más-dije en tono amable.

Resultó que no era sólo ladrón, aparte era yonki, lo cual era evidente al verle la cara. La cosa no pintaba bien, porque sabía a lo que podían llegar.

-No, esto es mío-contestó.

-No lo es, y lo sabes.

De repente, llevado por el miedo, los nervios, y las ganas de consumir, echó a correr, en dirección a la salida. No fue dificil sujetarle la navaja y empujarle contra la pared, por su torpeza y falta de equilibrio. Acto seguido, soltó la bolsa. Le solté, y, pensando que lo llevaría al cuartel, cogió la navaja del suelo, y se pinchó la femoral, para morir desangrado a los segundos.

Miré a Evangeline preocupado, y la saqué de allí. Más tarde llamaría a la comisaría, para decir que había otro cadaver en la ciudad.

En realidad, no es que me importase mucho que se hubiese quitado la vida, es más, me recordó a la primera vez que usé el cuaderno, ya que todo se sucedió rápido, y no me lo esperaba.

De todas formas, ahora tenía que centrarme en sacar de allí, y asegurarme de que estaba bien.

-No es culpa tuya, ni mía, que se haya quitado la vida-dije con tono serio- Se la ha quitado porque ha querido, nadie le ha obligado a ello.

-No es buena, eso te lo aseguro, pero tampoco es el infierno, como algunos la pintam. Es un mero castigo para los que han obrado mal, aunque hay niveles, obviamente, según la gravedad de tu delito, pero a esrta gente se la suele llevar a un centro de desintoxicación o similar, del que salen a los seis meses. La verdad, ha sido bastante exajerada esa reacción, me esperaba que intentase agredirnos, pero no que se suicidase, y menos que se clavase la navaja en la femoral...-miré el reloj, y eran cerca de las once de la mañana, se estaba haciendo tarde, y se me había ido la mañana con el tema de la bolsa.

-Bueno, tengo que irme a casa, estoy bastante cansado, me he pasado toda la noche en el cuartel, y ahora esto... estoy agotado-dije entre una sonrisa que denotaba cansancio- Asíque hasta pronto, y cuando quieras pásate por el cuartel que suelo estar por la tarde y la noche allí.

En realidad, no estaba cansado, sólo quería irme a fumar tranquilo al banco de siempre, pensar en lo que había ocurrido, y perderme en la infinitud del cielo azul.

[Sigue en el parque]